Al Hackel construyó una chopper única con piezas de un motor de avión antiguo, llevando el ingenio y la mecánica al límite.
Al Hackel es un nombre que probablemente no habías escuchado antes, pero su creación ha dejado a muchos boquiabiertos. Inspirado por su amor por la ingeniería y las motocicletas, Al decidió construir su propia moto, no con piezas comunes, sino con el motor de un avión. Lo que parecía una idea descabellada, se convirtió en un proyecto de meses, culminando en una chopper única que parece salida de una película postapocalíptica.
El motor que eligió para su chopper fue nada menos que un Wright radial de 1.700 cc, utilizado en aviones y tanques militares. Para adaptarlo a su moto, Al tuvo que rediseñar completamente el cigüeñal, la carcasa y hasta el tren de válvulas. Todo el sistema mecánico fue replanteado desde cero, combinando piezas aeronáuticas con componentes de motocicletas Harley-Davidson.
El resultado final es impresionante. La moto cuenta con una transmisión manual de cuatro velocidades y un sistema de arranque a pedal. Para añadirle un toque único, Al incorporó un freno de tambor de un Toyota Matrix y una horquilla Girder inspirada en las antiguas motocicletas Vincent. Este ensamblaje de piezas dispares crea una moto que no solo es funcional, sino que impresiona por su originalidad y complejidad técnica.
Pero no todo fue fácil en la construcción de esta chopper. Al se enfrentó a varios problemas, como la necesidad de diseñar un colector de admisión que pudiera alimentar adecuadamente el motor con un carburador doble. Este motor, diseñado para mover aviones, no tenía un rendimiento exacto en una motocicleta, y Al no midió la potencia, aunque estima que está a la altura de una Harley Knucklehead de 1.200 cc.
El toque final de la moto fue obra del artista canadiense Jesse Briggs, quien creó a mano los colectores de admisión de vidrio azul y otros detalles estéticos de la chopper. Al afirma que, aunque la moto tiene un aspecto rústico y feroz, se comporta sorprendentemente bien en carreteras planas, aunque admite que no es la más cómoda para trayectos largos.
Esta creación artesanal ha captado la atención de la comunidad motera, pero como suele suceder con las obras de ingeniería extremas, es más una obra de arte que un vehículo para el día a día. Sin embargo, lo que Al Hackel logró es un recordatorio de que con suficiente ingenio, cualquier cosa es posible en el mundo de las motos.