Los franceses cuestionan la utilidad de la CT2RM, considerándola una carga financiera y burocrática innecesaria que prioriza la recaudación sobre la seguridad vial.
En medio de un fervoroso reclamo que evoca épocas revolucionarias, los motoristas franceses han alzado su voz contra la reciente implementación de la CT2RM (Control Técnico de las Dos Ruedas). Esta medida, que implica la introducción de una inspección técnica obligatoria para motocicletas y vehículos similares, ha movilizado a cerca de 40.000 motociclistas en todo el país, incluyendo a 10.000 manifestantes en las calles de París.
La CT2RM, dirigida a más de tres millones de vehículos, abarca desde motos y ciclomotores hasta triciclos y cuadriciclos, estableciendo un examen obligatorio para aquellos matriculados antes del 1 de enero de 2017, y que se irá extendiendo progresivamente al resto. La Federación Francesa de Motoristas en Cólera (FFMC) ha denunciado esta medida como una forma de extorsión, destacando las severas penalizaciones por su incumplimiento.
Las sanciones por no someterse a la inspección incluyen multas de 135 euros y la posibilidad de inmovilizar el vehículo en caso de fallos graves no reparados en un plazo de dos meses. Los críticos argumentan que la CT2RM representa una carga financiera y burocrática innecesaria, cuestionando su efectividad en mejorar la seguridad vial y acusándola de ser más una medida recaudatoria que una política enfocada en la seguridad pública.
La controversia se intensifica al señalar la falta de consulta adecuada a los afectados y la ausencia de estudios que respalden la eficacia de esta inspección para reducir accidentes en las carreteras. Los motoristas exigen un diálogo más transparente y medidas que prioricen verdaderamente la seguridad vial sobre intereses recaudatorios.