Algunos países europeos han optado por incentivar el uso de la bicicleta pagando a sus ciudadanos por ir a trabajar en ella. Se trata de una práctica que ya llevan a cabo los gobiernos de diferentes países como Bélgica, Países Bajos, Reino Unido, Dinamarca o Alemania. La mayoría de estos programas se implementan en forma de beneficio fiscal añadiendo a su sueldo una cantidad de dinero en forma de un cheque libre de impuestos.
En muchas ocasiones, los recorridos urbanos realizados por una sola persona al volante de un utilitario podrían realizarse fácilmente con una bicicleta, que, para el caso de ciudades con una orografía complicada, se resuelve con una con asistencia eléctrica. Esta práctica que, con la pandemia se está popularizando cada vez más, es recompensada en algunos países con incentivos económicos. Una bicicleta eléctrica ofrece una serie de ventajas sobre los automóviles como la facilidad de estacionamiento, que además es gratuito, o la capacidad para saltarse los atascos circulando por carriles bici. Permiten llegar al trabajo sin sudar realizando un ejercicio físico que, aunque modesto, es saludable para el corazón.
La práctica de pagar a aquellos empleados que acudan a su puesto de trabajo en bicicleta fue iniciada en 2014 por varios gobiernos europeos con el objetivo de reducir la contaminación del aire, el consumo de combustibles y mejorar la salud de las personas. La mayoría de los programas puestos en marcha por los gobiernos toman forma de incentivo fiscal, agregando una cantidad extra a su sueldo que recibe en forma de cheque mensual libre de impuestos. Estos programas han tenido tanto éxito que continúan creciendo.
Según informa la LEVA (Asociación de Vehículos Eléctricos Ligeros), Bélgica acaba de aumentar su incentivo fiscal para ir al trabajo a 0,25 € por kilómetro. Así, un viaje de 10 kilómetros al trabajo podría suponer un ingreso extra de 1.200 euros al año libres de impuestos. Una recompensa que no incluye los beneficios para la salud y la mejora del estado físico.
Pero Bélgica no es la única que ofrece este beneficio por desplazarse al trabajo en bicicleta. Los Países Bajos ofrecen prácticamente un programa similar, según indica el Foro Económico Mundial y el Reino Unido va un poco más allá. Los ciclistas británicos que utilizan sus bicicletas para ir al trabajo reciben 0,23 euros por kilómetro al que se suma un programa de incentivos para el alquiler de una bicicleta con opción de compra y descuentos en ropa y accesorios para la práctica del ciclismo. En el caso de Luxemburgo, el incentivo fiscal es de unos 300 euros por comprar una bicicleta eléctrica para ir al trabajo.
Para hacer realidad estos programas, son las empresas las que deben adherirse a ellos, siendo el gobierno el que reembolsa los incentivos a los empleados. Algunas empresas como el fabricante de bicicletas eléctricas plegables GoCycle han creado un generoso incentivo para que sus empleados acudan al trabajo en bicicleta. Según declara su fundador Richard Thorpe, “en Gocycle, introdujimos una política pionera en el Reino Unido que hace que la empresa pague a sus empleados 30 céntimos de euro por kilómetro por ir al trabajo en bicicleta en lugar de usar su automóvil. Hay innumerables estudios que muestran que fomentar el ciclismo reduce los niveles de enfermedad y contribuye a una fuerza laboral más productiva, saludable y feliz “.
Según la Federación Europea de Ciclistas (ECF) existen más de 300 esquemas de incentivos fiscales y de ayudas a la compra de bicicletas para ir al trabajo en toda Europa. Todos estos programas están destinados a aprovechar las ventajas que ofrece la sustitución de los automóviles por bicicletas. Alguno estudios muestran que la sustitución de un 10% de los automóviles por bicicletas reduciría la congestión del tráfico en alrededor de un 40%. Menos automóviles también significan emisiones reducidas y ciudades más limpias.
Los estudios realizados sobre los efectos en la salud de las bicicletas eléctricas evidencian que su uso proporciona beneficios para la salud definidos, como una mejor condición física, una mayor ingesta de oxígeno y capacidad de esfuerzo superior. El estudio advierte que el ciclista eléctrico deberá ejercitarse durante más tiempo que el convencional para lograr el mismo gasto de energía: “aunque se asocia con índices más bajos de esfuerzo percibido que el ciclismo convencional, precisamente permite a las personas viajar con más frecuencia y durante más tiempo”.
Actualmente se ha abierto el debate sobre la regulación que estos vehículos sufren en Europa. Cuando un coche está en movimiento viaja mucho más rápido que una bicicleta eléctrica, ya que esta tiene la limitación de la normativa EPAC que limita la asistencia a los 25 km/h. Algunos fabricantes como VanMoof señalan que las bicicletas eléctricas como la VanMoof V, de alta velocidad, puede reemplazar por completo a los scooters y automóviles en la ciudad para 2025. El fabricante neerlandés pide a los responsables de las reglamentaciones políticas diseñadas en torno a las personas, repensando cómo se pueden usar los espacios públicos si no están ocupados por automóviles.