En algunas partes del mundo la falta de transporte es un problema real. Incomunicados en mitad de complicados parajes, la única opción que queda a algunas aldeas es tirar de ingenio, y donde la moto es una salvación tan real como comunitaria y peligrosa al mismo tiempo.
Es así como en algunos lugares de Colombia recurren a la inventiva y ponen sobre las vías del tren una especie de vagón rudimentario impulsado por una moto. Tan peligroso es que comparte vía con los trenes de carga y pasajeros: son los motorrodillos o motomesas colombianos.
Es el único medio de transporte en los pequeños pueblos que viven pegados a las vías del tren. El sistema no esconde mucha técnica: unos cuantos tablones apilados y unidos mediante un marco de madera que sirve de base con unos cuantos bancos encima y una sombrilla para proteger del temporal mientras es impulsado.
Los descendientes de los trabajadores del ferrocarril crearon un sistema improvisado para circular por las vías, a veces abandonadas, a veces no. Suelen recorrer la selva tropical y mueven a cientos de personas de todas las aldeas.
Y te preguntarás: ¿qué pinta una moto en todo esto si estamos hablando de una especie de tren? Pues porque la moto es la que impulsa el ‘vagón’ a través de las vías. Son utilizadas por obreros, turistas, gente que necesita ir al médico…
Da igual que sea una dos tiempos o una cuatro tiempos, aunque como se puede ver en el vídeo utilizan una auténtica joya: una Suzuki AX 100 de dos tiempos. De hecho, prefieren las dos tiempos porque dicen que tienen más empuje. La AX 100 es una de las más pequeñas de los de Hamamatsu con 98 cc, 10 CV de potencia y un depósito de 12 litros. Simple pero efectiva para la tarea de empujar, y con sistema de arranque de patada, pudiendo arrancarla sea donde sea sin necesidad de depender de la batería.
Es prácticamente lo único que les interesa, que empuje. Como se puede ver en el segundo minuto, una vez ponen el vagón sobre las vías, es hora de acoplar la moto. Lo importante es que la rueda trasera quede sobre el raíl de la vía, ya que es la única que ejerce la fuerza motriz y empuja.
Luego viene el proceso de amarre para asegurar la moto. Con unos tablones y unas cuerdas sujetan el manillar al vagón. Para que la moto no se mueva y mantenga la rueda sobre el raíl, acoplan al buje trasero una ferralla que la mantendrá firme durante todo el viaje.
El sistema de frenado es más rudimentario aún: acoplan al pedal del freno un palo metálico que acciona un taco de madera con unos cauchos de goma que actúan sobre el raíl para frenar progresivamente el motorrodillo. ¡Y listos para circular!
Lo más peligroso es que comparten vía con los trenes de carga y pasajeros. Según los medios locales colombianos, están en constante contacto entre los motorrodillos y las locomotoras profesionales, tal y como explica un jefe de estaciones a un medio local colombiano: “Nosotros les avisamos a ellos si hay alguna locomotora en la vía para que no vayan a salir“.
Pero el sistema no siempre funciona: “Nosotros salimos tranquilos a las seis de la mañana y muy cerca, llegando a la estación Malena (la primera del camino), venía otra motomesa, el profesor se asustó y se tiró, pero se dio en la cabeza con los rieles y se mató”.
Fuente: motorpasionmoto.co